domingo, 16 de septiembre de 2012

Nos espera un tiempo apasionante, por Ignacio Carbajosa

Recomendamos la lectura de este artículo por su pertinencia ante la realidad que nos toca vivir en este comienzo del curso.

En estos días en que los viajes se multiplican no es raro asistir "obligados" a las conversaciones de los pasajeros situados cerca de nuestro asiento, en el tren o en el avión. No es difícil adivinar cuál es el tema de conversación más frecuente: la crisis con sus novedades cotidianas, la prima de riesgo, los recortes del gobierno, las Navidades sin paga extra, la subida del IVA...

La semana pasada me llamó la atención la reacción de un pasajero en un tren de larga distancia que cortaba de raíz el inicio de la acostumbrada conversación al hilo de las últimas (y preocupantes) noticias del día: "Por favor, no hablemos de esto porque me entra la angustia". En efecto, las noticias que se suceden producen la angustiosa sensación de que se hunde el suelo bajo nuestros pies, ese suelo (la estabilidad y prosperidad económica) que hasta ahora nos había permitido vivir despreocupadamente, sin necesidad de responder a (casi) nada.